UNA VIDA EXITOSA -los cuentos del Diablo V-


UNA VIDA EXITOSA


-LOS CUENTOS DEL DIABLO (V)-







Una vez más, estaba en una de mis interminables noches de vigilia. El Diablo estaba de pie paseándose por las cristaleras con su copa en la mano, admirando el silencio de la noche. Su traje impecable, y su eterna pose tan elegante, me hicieron preguntarle lleno de curiosidad.
—¿Por qué siempre estás tan elegante? ¿Acaso el mal no debería ser lo contrario? 

—Digamos que es como menos miedo doy. La imagen del éxito es el lenguaje universal entre hombres y mujeres.
 —Entonces ¿El éxito lo es todo en la vida? 
 —Mi querido amigo, el éxito no es lo que parece...



===============================================



Suena el despertador a las 6:45 de la mañana. Julián lo apaga haciendo una cuenta mental de horas que ha dormido. Teniendo en cuenta que se acostó a la 1:00, y que no se durmió inmediatamente; no se puede decir que se haya ganado una medalla. Todos las noches intenta romper esa tendencia a acostarse tarde, pero un día más ha perdido la batalla contra sí mismo. Duerme demasiado poco durante demasiados días. Ya sus ojeras han empezado a dejar de ser algo provisional en su rostro.
Tiene un cuarto de hora escaso para preparar el desayuno y despertar a los gemelos. Están ya en el bachillerato y tienen más estatura que él. Pero sus hábitos siguen siendo los de niños y se harán los remolones en la cama, y seguro llegarían tarde, si no fuera porque Julián les despierta casi una hora antes. A continuación también la pequeña de la casa, Alicia, también se despierta. Comienza un turno ensayado en el que todos se intercambian los cuartos de baño y en desayunan en la cocina en silencio. A estas horas no hay mucho que hablar. 

Su mujer se levanta y se une a la familia. Ninguna palabra hacia él. Aún le dura la última discusión que tuvieron. Últimamente son más frecuentes. Quizá sea por las pastillas antidepresivas que está tomando. Un buen día se levantó y le confesó a su marido que sentía unas ganas locas de dejarlo todo y salir corriendo “Tú sabes lo que quiero decir...” En vez de ello, la solución más civilizada pasó por la visita al psiquiatra, y un tratamiento con paroxetina.

Julián leyó de pasada los efectos secundarios en el prospecto, que no era sino un folletín interminable escrito por un bufete de abogados, y milagrosamente plegado para caber en una caja diminuta. En él se hablaba de la falta de deseo como un efecto "poco frecuente". Él se sonríe. La última vez que tuvieron relaciones fue algo así como dos meses, ¿O quizás cinco...?


9:00

Julián toma el coche para ir al trabajo. Ya va tarde y seguro que no va a encontrar aparcamiento, de modo que una vez más va a tener que pagar en el garaje subterráneo. Los gastos tontos se le están disparando este mes.
Entra en la oficina a cinco minutos más tarde, pero aún así es algo asumible, más bien basado en los muchos -demasiados- años que lleva trabajando en el mismo sitio. Julián piensa que debería habar cambiado de empresa el año pasado cuando alguien le ofreció tal posibilidad, pero al final, el miedo a lo indefinido y las deudas pendientes de la casa y del dentista pudieron con él, haciéndolo un hombre práctico. Poco a poco sus sueños van muriendo uno a uno con el paso de los años. Cada vez le quedan menos.

11:00

Descanso para tomar café. En el banco, los empleados comienzan a turnarse cada media hora para ir al bar. Las mismas conversaciones de siempre. En el momento en que da el segundo sorbo a la taza, le viene una idea a la mente. ¿Él es feliz? ¿Era esto lo que él había planeado en su juventud? Eloísa, la interventora, le interrumpe para pedirle que le pase la jarrita del aceite. Julián vuelve a meterse en las conversaciones del grupo.

14:00

Viernes. Hoy Julián sale antes del trabajo, pero el tráfico está imposible. Alberto, su jefe, le ha pedido que vuelva esta tarde a terminar un proyecto de préstamo de construcción para el lunes. Julián debería protestar, pero ...
Mirándolo bien, ya ni los fines de semana le ilusionan. Al principio se alegra de que lleguen, como al resto del personal de la oficina. Pero después, se acuerda de cómo va a ser. Sabe de sobra qué va a pasar el viernes por la noche, el sábado por la mañana, y el domingo por la tarde, momento en el que le vendrá su minidepresión personal y secreta, de la cual nadie sospecha. Desde que era un niño, odiaba los domingos por la tarde, porque al día siguiente tenía que ir al colegio. Podría sincerarse y confesarlo a quien le quisiera escucha, pero nadie en su casa o en el trabajo está pendiente de él. De modo que ni se molesta en decirlo.
Su mujer le manda un whatsapp. Dice que se le ha hecho tarde y que no ha preparado nada para comer. Julián lanza un bufido al aire mientras conduce. Lo mismo que ayer y antes de ayer. En más de una ocasión ha intentado hablar con ella acerca de que él tiene que hacerlo todo, pero apenas lo intenta, ella empieza a llorar y se va a otra habitación. Están aplazando una conversación semana tras semana, pero lo único cierto de la medicación antidepresiva son los efectos secundarios. Porque la curación se hace esperar. Más bien, Julián no ve ninguna señal esperanzadora.

14:30

Julián entra en la cocina tras haber colgado la chaqueta en la entrada. Busca el delantal y se lo pone, sabiendo que existe esa extraña ley de murphy que habla de las manchas de aceite de la freidora que van buscando la mejor ropa que uno tiene puesta para estamparse en ella. Tras dar un vistazo a la despensa, decide hacer patatas panaderas con hamburguesas. Al mismo tiempo descongela verdura para el segundo plato, aún sabiendo que ése es el que va a comer él en exclusiva, porque los gemelos llevan una dieta estricta de carne y pasteles. Uno se pregunta cómo es posible que los niños de ahora sean tan altos, teniendo en cuenta lo que comen…

17:00

¡Se le ha olvidado decirle a Carmen que trabaja por la tarde! Mientras se pone la chaqueta para salir a la calle, oye un par de frases hirientes de su mujer a su espalda.

– ¿...Cómo que qué negocio me traigo entre manos? –responde volviendo a paso rápido al salón. Pero la pequeña Alicia se interpone en su camino y corta toda la trama de raíz. Le coge la mano y le pone la mejilla para recibir un beso de despedida de su padre. 
"Cuando sea mayor, va a ser una maestra en manejar a las personas..." piensa para sus adentros mientras se aleja de la casa. Esta vez no ha habido discusión por los pelos.



Julián abre con la llave la oficina, desierta para él. Mete el código de seguridad y cierra a sus espaldas la puerta principal. se encamina a su despacho, enciende el ordenador y busca el dichoso informe de riesgos que a su jefe, Enrique -hablemos claro- no le dio la gana de terminar por la mañana. Cuando piensa esto, no puede evitar odiarle. Porque él había lo había planeado a sabiendas. Las cosas difíciles, las evita con elegancia y las deja a otros.
Mete las claves de usuario. Ya está conectado. El programa comienza el monótono proceso para anexar informes. Comienza una lenta letanía de pasos.

Los pensamientos le vienen a la mente como pequeñas rachas de viento. Mentalmente recordó la pregunta de por la mañana en la cafetería. Si reconoces que no eres feliz cuando te acercas a la mitad de tu vida, ¿tienes depresión? ¿o simplemente eres un fracasado? ¿Cómo saber qué opción es la cierta?
Sintió un poco pena de sí mismo. Un trabajo lleno de responsabilidades, no muy bien pagado, peor reconocido...y encima, con su mujer ausente en la casa desde hace más de un año. Pero lo peor que llevaba era el haber perdido la ilusión de soñar en algún momento de su reciente madurez.
Julián reconoce que los comienzos no fueron buenos. Se casaron aprisa y corriendo, y la meta del máster se quedó postergada sine die. Con una familia recién constituida, había que trabajar en lo que fuera...
Algún duende en algún servidor remoto del banco, le envía un mensaje de “denegado” al estudio de viabilidad, mostrando un cursor intermitente que parecía reírse de él. Julián se queda pensativo. “¿Hay algo que he hecho mal, no en mi vida, sino aquí-ahora”? Se reprueba mentalmente por estar ensoñando sobre cosas que ya no tienen solución, y volvió a listar uno a uno los documentos, por si había algo pasado por alto. De nuevo obtiene la misma respuesta...
Esto último sólo podía ser achacable a Enrique, que hubiera omitido la criba pertinente.
Pasó al siguiente paso: revisar uno por uno los documentos a aportar. Algo que aparentemente estaba bien, en realidad no lo estaba.
Finalmente encontró el fallo. Los planes de ganancias que llevaban la pulcra firma de Enrique hablaban de una rentabilidad ridícula. Un estudiante de economía de primer curso se sonrojaría de presentar semejante proyecto. Julián se pasó la mano repetidamente por el cabello. ¿Cómo su jefe había dejado pasar esto?
El móvil sonó. Era Enrique.

–Juli, te llamaba sólo por ver cómo va todo. ¿Ha superado el informe de viabilidad?
Julián odiaba que le llamase así. Pero no dijo nada. —Pues no...lo digo porque tiene un déficit en el plan de ganancias que lo hace inviable. —Vale. — Enrique no se dio por aludido. Siguió hablando como si él fuera ajeno a sus defectos— Le diré al cliente que rehaga el plan de ganancias. Pero mientras tanto tú, modifícalo y preséntalo sobre la marcha. Es para la empresa de un amigo íntimo que suele jugar al golf conmigo. Me lo pidió como un favor personal...Bien, te dejo. Gracias por todo, y disfruta con tu familia lo que queda del finde ¡y no olvides saludar a tu mujer! Ya sabes que somos una empresa familiar.
De tu parte... —Julián colgó el móvil con cierta melancolía. No había odio, ni envidia. Era simplemente el conocimiento cierto de que su jefe se colgaría todo el mérito ante el pez gordo de turno, y que -por supuesto- ni mencionaría el nombre de Julián. El conocimiento de ser la parte de la rueda del carro que descansa tocando el charco.
Bien, lo más difícil estaba hecho. En cuestión de veinte minutos estaría en la calle, siempre que no hubiera más contratiempos. Ya eran las nueve y media de la noche.

22:00

Julián llega a casa todo lo deprisa que el tráfico le permite. Carmen se había quitado la ropa de salir para ponerse cómoda.

¿Qué haces?¿No salimos? 
—Se me han quitado las ganas.

Julián mueve la cabeza de un lado a otro. Va al armario a quitarse la ropa él también. Quizás un descanso tras todo un día duro, no le vendría mal. Quizás no sería tan mala idea quedarse en casa y dejar colgados a sus cuñados. Tal vez el mirar el televisor sin hablar una sola palabra, en una burbuja de aislamiento, podría ser toda una experiencia espiritual. ¿Por qué no?
Regresa al sofá vestido con ropa cómoda.
Alicia se sienta a su lado abrazada a su osito. Se ha duchado y su pelo le huele a colonia infantil. ¿Por qué los niños tienen que crecer?. Julián echa el brazo por encima a su hija. Pensándolo bien, no todo está tan mal.
Carmen se sienta en el sofá al lado de Alicia, con su bata estampada que compraron en una escapada a Portugal hace ya mucho tiempo. Ninguno habla nada. Julián tampoco fuerza la conversación, porque sabe que su mujer últimamente no es de conversaciones largas.

–Ali, ¡hora de dormir! – dice su madre al oído. La niña da un beso a cada uno y se va, dejando el hueco vacío entre los dos. Ninguno se acerca para ocuparlo.

Finalmente ella rompe el silencio, para sorpresa de Julián. Porque últimamente los días en silencio son norma.

 —Julián, deberíamos de hablar... Él se quedó callado invitándola a seguir con un gesto, alzando una de sus cejas. 

—...llevo ya algún tiempo que no me siento bien. Nada de lo que vivo me gusta...No sé si lo entiendes... 

—Yo también tengo mis demonios personales —Julián la ayudó a terminar—la vida no siempre es como nos la imaginábamos cuando jóvenes. 

—No es eso, no lo entiendes. Es que no me encuentro satisfecha con nada de lo que tengo ni de lo que soy... 

—...Carmen, cuando se está con depre, estas cosas pasan. —Julián quiso quitar hierro a su mujer—Además, a veces la medicación no ayuda. No te preocupes tanto por estas cosas... 

— ...Julián, hace casi un año que no tomo las dichosas pastillas de los cojones...—contestó ella con evidente voz tensa.

Él se quedó mirándola como si le hubieran tirado un cubo de agua fría por encima. Mientras su cerebro asimilaba primero, y recalculaba después la realidad circundante, ella siguió hablando.

–...En realidad, siempre quise hablarlo contigo, pero nunca he sabido cómo. No sé si es porque nos casamos deprisa y no tuvimos tiempo de pensar bien si hacíamos buena pareja, o no. El caso es que, desde hace algún tiempo...he conocido a alguien, y ahora estoy hecho un lío...
Carmen se cogía las manos una con la otra, y se quedó mirándolas mientras el silencio cortaba la habitación.
Julián abrió la boca para responder. Pero lo pensó mejor. No había nada que decir.


Con todas las luces apagadas, los muebles del salón parecían otros. La realidad, que siempre es una, de repente mostraba otra cara. ¿Cuál era la auténtica?
Los ojos de Julián permanecían abiertos en la oscuridad. Acostado con una manta en el sofá de la casa, se sentía flotar en la inmensidad del universo. Se sentía cosa, como una mota de polvo, flotar en un vacío oscuro. Sin ningún dolor. Sin ninguna ansiedad. Tranquila e inmensamente solo.
Intentó dormir, porque sabía que al día siguiente tenía muchas, muchas cosas que hacer. Tenía que buscar una nueva casa, una nueva vida...
¿Y si intentaba un nuevo trabajo también?


EPÍLOGO


Mi querido amig@, espero que hayas disfrutado con esta historia. Ya sabes que el Diablo es un contador de historias increíble.

¿Cómo que dónde está la vida exitosa en esta historia? ¡Oh, por favor! Una vez más no has entendido nada. Ya te dije al principio que el éxito no es lo que parece...

Si yo te dijera que el protagonista de la historia es una persona de éxito ¿Cómo te quedarías? Amigo mío, muchas veces una vida poco interesante y llena de dificultades, encierra toda una historia de logros y superación.
Observa que las circunstancias que rodean a una persona, son irrepetibles. Y con mucha razón, cada persona en sí misma también es igualmente irrepetible. Por tanto, comparar vidas es tan inútil como absurdo. Aprende esto que el Diablo te dice:

Lo que tienes, lo que eres; no es tan importante como lo que haces con ello.

En efecto, las personas que dudan, se esfuerzan, luchan y caen ante el cúmulo de circunstancias en que están inmersas, ¡están evolucionando! A veces, una situación difícil con condiciones complicadas, esconde una vida auténtica llena de cambios que obligan a las personas a mejorar.
Tal como tú estás empezando a suponer, los hombres y mujeres que viven de este modo, se merecen todo el reconocimiento. La gloria. La leyenda. Si nuestro personaje continúa como hasta ahora en su carrera de entrega y de esfuerzos aparentemente baldíos, es previsible que cuando le toque su hora, el cielo entero le espere aplaudiendo de pie.

¿Que qué hay de su jefe? ¿te refieres a ese personaje secundario y gris que aparece en la historia? A ese le espera un destino distinto, tras desperdiciar una vida sin usar al límite los valiosos dones con los que nació -que para eso son- escondido tras una barricada de facilidades e indolencias, tiene el peor castigo que un hombre puede tener: una vida gris; tal como Leon Tolstoi escribió en “La muerte de Ivan Ilich”

"La vida de Ivan Ilich no podía haber sido más sencilla, más corriente ni más terrible"

A ese, cuando muera, le estaré esperando Yo.




FIN



Comentarios

  1. Encantado de que te guste, Antonia ;)

    Muchas gracias por tu tiempo. Y un gran saludo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario