¿Y si...?

¿Y si...?





Los hilos del destino son telarañas frágiles...


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— Hoy vas a elegir algo que va a sentar las bases de un cambio de rumbo en tu vida.
¿Qué es?-- Pregunté lleno de curiosidad a Jordi, mi maestro.
Ah-ah...En el momento de que lo sepas, tal cambio no ocurrirá en el modo esperado.
¡Pues ya me dirás de qué me sirve el saberlo!. Si no hubieras dicho eso, nada hubiera cambiado.
Tampoco es eso. El saber tú que hay algo importante en ciernes, te volverá cauteloso y atento a tus actos en este día. Está presente este día, saboreando cada segundo de tu reloj, sintiendo cada aliento que sale de ti. Oyendo tu ruido y distinguiéndolo de los demás.
—Jordi, vamos a empezar de nuevo... ¿Esto tiene alguna trampa?
—Ninguna. Todo es totalmente cierto. Letra a letra. Todo lo escrito es estrictamente cierto, sin ningún doblez.

Entonces ¿Qué debo hacer?
Tú sabrás. Es tu vida.
Esa fue toda la conversación. Jordi era mi profesor de yoga, pero además, practicaba el zen; y a veces pienso que algún tipo de brujería que combinaba con silencios desesperantes. Me despedí de él y salí a la calle ciñéndome la trenca con fuerza. El frío por un lado, y el viento que juega a desnudarte, hacen que la calle sea un mal sitio para permanecer demasiado tiempo.

Poco a poco la conversación con Jordi se me fue diluyendo del pensamiento, mientras las cosas cotidianas volvían a su sitio en mi cabeza. 

Aceleré el paso para llegar pronto a mi casa. Un piso de alquiler en un edificio centenario, con mobiliario desfasado y ajado por el tiempo y la gente que vivió antes que yo. Al entrar en el portal, el viento cesó su ruido repentinamente. Subí las escaleras. El olor perenne a guiso se hacía patente en los primeros rellanos de la escalera. En el segundo piso, pasé ante la puerta de mi nueva vecina. Una chica rubia que había llegado nueva a la ciudad, y estaba haciendo un curso de posgrado. Era alta, tanto como yo; y practicaba mucho deporte porque siempre la veía abandonar el vecindario con un chándal ajustado. Su cuerpo era "técnicamente perfecto" como decía mi compañero de piso Michel. Yo no le replicaba, pero para mis adentros, él tenía toda la razón. Su cuerpo era femenino y poderoso a la vez, o eso me sugería a mí. Además, era una persona seria, educada y decidida. Había algo en su sencillez silenciosa que me cautivaba además de su belleza. Pronto se iría, y todavía no había tenido el valor de hablar con ella más allá de monosílabos.
Algún día me decidiría. Algún día le diría algo y saldría a tomar algo con ella. Algún día saldría con ella. Algún día...

Me quedé petrificado en la escalera. ¿Y si lo que Jordi me dijo, precisamente era algo referente a ella? Al fin y al cabo, supuestamente en el día de hoy – que estaba próximo a su fin- algo ocurriría que cambiaría mi vida...
Corregí mi pensamiento. No era eso lo que Jordi dijo. La frase exacta era que eligirla algo que iba a cambiar el curso de mi vida.
"¿Y si lo intento ahora mismo?"

De repente, el conocimiento de que no tenía realmente nada que perder porque estaba todo ya perdido si no hacía nada, se me presentó ante mí con la misma claridad que a un condenado a muerte. Me acerqué a su puerta con sigilo y me quedé ante ella.
Un momento, ¿Qué le digo? Son las diez de la noche. No es una hora muy buena que digamos para invadir la casa de nadie para abordarla. Podría decirle algo, pero es que temo que el momento lo primero que dé a pensar a ella, es que soy un raro peligroso...
Decido no hacer el panoli, y cuando hago ademán de seguir subiendo hacia el piso superior, oigo un crujido en la puerta de ella. ¿Había alguien detrás mirando por la mirilla? Me río de mi ocurrencia. La gente fría y responsable como ella no hace esas cosas...
Tuerzo la cabeza de repente y miro hacia la puerta. Un nuevo crujido esta vez más cauteloso, se deja oír. Deben de ser imaginaciones mías. ¿Y si ella está tan interesada en mí como yo en ella? ¿Y si no sabe, desde el desempeño de su papel, cómo dirigirse a mí, porque en realidad, ella es tan insegura como yo? Decididamente desde que escribo historias cortas para el periódico local (de algo hay que vivir para pagarme los estudios), creo que mi imaginación se está potenciando demasiado.
Finalmente comienzo a subir lentamente los escalones. Mi vecina se queda atrás, cada vez más abajo de mí. Nuevamente mis pensamientos anteriores se reanudan. ¿Qué será eso que yo elegiré para cambiar mi vida sustancialmente...?
Lo consultaré con la almohada.

 

Fin






¿Y si...? - CC by-nc 4.0 - MANUEL VALENZUELA MARTÍNEZ

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